Si sacáramos la cuenta de las horas que ha pasado en tierra firme durante su vida de seguro serían menos de las que ha pasado en el mar. Y es que Susana Slattery (68), pionera de las mujeres sobrecargo en el mar, desde hace 40 años recorre uniendo distintos puntos australes, actualmente lo hace con Porvenir y Punta Arenas a bordo del Ferry Pathagon de la Empresa Transbordadora Austral Broom, al que cada día, menos los lunes, llega trabajar.
Reservada, amable y serena es de las personas que se le iluminan la mirada cuando habla de su trabajo. Todo un ejemplo si consideramos que ya jubiló y se volvió a incorporar. Es que eso de navegar todos los días le encanta, también el trato diario con la gente, tan distinta y variada.
Tal como cuenta llegó a navegar de forma casual: “Se dieron las cosas. Yo era soltera y trabajaba en Porvenir y me ofrecieron una oportunidad en Punta Arenas y acepté ahí estuve un año trabajando en una oficina anotando los pasajeros y atendiendo la radio, eso me preparó para más adelante”. La oportunidad llegó al poco tiempo, y en la misma empresa, cuando le ofrecieron subirse a una barcaza que hacía transbordos y balseos en el estrecho de Magallanes.
"Me tocó romper el mito de que las mujeres en los barcos era algo negativo, porque había un capitán que decía que las mujeres traían mala suerte", Susana Slattery.
Aceptó porque como detalla: “Me gustaba atender el buque, anotar los vehículos y también el sueldo era mayor. Tenía que estar 25 días embarcada y cinco días libre. Eso fue en el 79”. Ahí trabajaba con un equipo de nueve hombres y sintió el machismo pero también el buen trato, a lo que le costó acostumbrarse fue a “hablaran de la cintura para abajo”. Recuerda que su familia la apoyo en esto y que a los pasajeros les llamaba la atención su presencia, en especial a los argentinos, los que incluso le sacaban fotos.
Durante esas travesías el viento y su gran intensidad en esas zonas la llevaban a pensar dejar el mar pero “al final volvía a la siguiente temporada, me gustaba hacerlo”. Cuesta pensar que años antes había soñado con ser pastelera pero la vida a bordo le permitió darse el gusto de experimentar y cocinar en el mismo lugar de trabajo: “Entraba a la cocina y le decía al cocinero hoy hagamos una galletas de avena o hacíamos una torta para el cumpleaños de alguno. Así me fui ganando a mis compañeros, de los que tengo que decir que fueron muy respetuoso conmigo”. Ya son cuarenta años en el mar y en ese tiempo hay algunos compañero que han dejado el trabajo y han sido reemplazados por sus hijos, a los que vio crecer.
Mama a bordo
Susana tiene un hijo, Gustavo el que siempre la vio navegar aprendió a caminar en la barcaza y pasaron varios años nuevos a bordo. Al comienzo y cuando tenía pocos meses la acompañaba a trabajar y cuando empezó a crecer lo cuidaba su mamá. Reconoce que tuvo ayuda para poder realizar tranquila su trabajo, el mismo que pudo haber dejado hace 8 años, fecha de su jubilación y reincorporación. La razón para seguir fue la sensación de libertad, también la de “conocer gente, viajar y hacer de relacionadora pública porque llevo a la gente al puente, les presento al capitán o converso con ellos”.
Hoy hace la ruta Punta Arenas Porvenir llegando incluso a navegar a 84 millas diarias. Desconoce cuántas ha recorrido, pero sí sabe que en 30 años ha hecho el equivalente a dar 15 veces la vuelta a la mundo, o sea, en su caso tiene unas cuantas más ya que lleva 40. Todo un mérito para alguien que sabe que: “Me tocó romper el mito de que las mujeres en los barcos era algo negativo, porque había un capitán que decía que las mujeres traían mala suerte, siempre me decía que si pasaba era por mi causa y yo pensaba pero si él va al mando no yo. Me las guardaba y seguía con lo mío porque no por culpa de él yo iba a dejar lo que me gustaba”.
Aún y después de tanto tiempo es casi la única en su trabajo. En todos esos años ha visto muchas cosas. Como dos suicidios, el de un hombre y una mujer, muchas personas que han sufrido mareos, el peor cuando uno de ellos se confundió y en lugar de entrar al baño entró a su oficina y se desahogó sobre los que estaban ahí. También ha recibido el encargo de depositar grandes cantidades de plata (en efectivo), traer tortas, flores y cuidar niños que viajan solos, y eso todo de favor. Por acciones como estas es que la nombraron Hija Ilustre de Porvenir.
Susana ya conoce también la zona y el tiempo que los pasajeros antes de embarcarse le preguntan ¿cómo lo ves? o le dice “Si tú te embarcas yo voy”. En todo este tiempo se ha ganado el cariño de la gente de la zona que se sienten tranquilos con sus cuidados y atenciones. Ella por su parte reconoce el aporte de sus compañeros: “Acá también se necesita fuerza y ellos la tienen. Valoro sus trabajos porque tiene sus riesgos y dificultades, a veces tienen que andar en cubierta y llega una gran ola y los empapa”.
Entusiasta y con planes ya está organizando unas próximas vacaciones, tiene pensado hacer un viaje, su idea es tomar un crucero para ver la otra parte de navegar: “Ahora voy a ir de visita”, dice riendo.
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