Construir bodegas de vino puede ser un verdadero desafío si el terreno, el entorno o las exigencias de los propietarios son inesperados. Así ocurre cuando se opta por hacerlas, por ejemplo, bajo tierra o en la roca.
Uno de los que decidió asumir este desafío fue el chef español Karlos Arguiñano cuando junto a cinco socios decidió producir vino txakolí blanco, claro que no quería almacenarlo en cualquier parte. Las bodegas, a cargo del estudio de arquitectos Alonso&Balaguer se fabricaron sobre la roca de una montaña siguiendo la línea de entorno y a 300 metros sobre el nivel del mar, integrando las bodegas al paisaje.
Esto se logra en una planta con cinco muros de hormigón armado visto y expuesto, las que van adaptando su curvatura a la topografía existente. El semi enteramiento en la que se encuentra permite controlar la temperatura de una manera natural. Aquí descansan durante un tiempo dos destacados vinos: K5 Argiñano, un Txakoli con 10 meses de maduración, sugerido para todo tipo de platos y también el K Pilota: un Txakoli con 5 meses de maduración recomendado para aperitivos y comidas ligeras.
Otra edificación que se incorpora a la naturaleza es Protos, en Valladolid, España. Esta es una moderna bodegaobra del premio Pritzker de Arquitectura Richard Rogers y la oficina Alonso&Balaguer, la cual se encuentra a los pies de un imponente castillo. Su estética y e integración con el entorno la han convertido en una verdadera atracción turística logrando atraer a más de 32 mil visitantes por año. Además Protos ha sido reconocida como una de las mejores del mundo por publicaciones como Wine&Spirit.
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